Miguel Kiguel analizó los efectos del regreso de las retenciones sobre las exportaciones y el impacto de la votación en el Senado.
En diálogo con Sábado Tempranísimo (Radio Mitre), el economista Miguel Kiguel trazó un análisis crítico sobre la evolución del tipo de cambio en Argentina y sus implicancias macroeconómicas. Sus declaraciones giraron en torno a la pérdida de incentivos a las exportaciones, las percepciones del mercado y el rol estructural del dólar como refugio de valor.
Kiguel explicó que entre mayo y junio funcionó un régimen de promoción que eximía a ciertos sectores exportadores del pago de retenciones, lo que provocó una liquidación anticipada de divisas. Sin embargo, con el regreso de las retenciones desde julio, ese flujo comenzó a debilitarse, generando una «percepción creciente de escasez de dólares» en el mercado.
Según el economista, hubo un «error de cálculo» por parte del gobierno en torno a la sensibilidad del mercado cambiario. “El tipo de cambio no fue al piso de la banda, sino que se ubicó en el centro con una tendencia de aumento muy lento, en línea con la inflación”, señaló. Además, mencionó el fracaso de la estrategia oficial que buscaba replicar el impacto del blanqueo de capitales del año pasado, debido a una menor predisposición del público.
Kiguel insistió en que el error conceptual radica en considerar al dólar como catalizador del consumo. “La gente ahorra en dólares por tranquilidad, no para gastar —incluso si son dólares en blanco”, explicó. Por eso, sostuvo que no se puede esperar un derrame sobre la demanda agregada a partir de esos ahorros.
También remarcó que Argentina debe acostumbrarse a que el tipo de cambio se mueva libremente, como sucede en economías con flotación cambiaria. Aunque admitió que esto tiene efectos sobre los precios, relativizó su impacto: “No todos los precios suben inmediatamente porque sube el dólar, pero se mueven, y eso es lógico”.
Kiguel agregó que estas tensiones cambiarias se dan en un contexto fiscal frágil, donde las decisiones políticas —como la reciente votación en el Senado— presionan aún más el superávit alcanzado. Afirmó que “no sobra nada” y advirtió que la falta de infraestructura limita las posibilidades de crecimiento y productividad.